Archivos para May 31, 2010

Lucas 9:62
Y Jesús le dijo: Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios.

Juan 21:21-22

Cuando Pedro le vio, dijo a Jesús: Señor, ¿y qué de éste?
Jesús le dijo: Si quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué a ti? Sígueme tú.

Cuando Jesús nos dice que le sigamos nos pide que no miremos hacia atrás, ya que si un agricultor no fija su mirada en el frente al momento de arar la tierra los surcos le van a quedar torcidos. Seguir a Jesús implica no perderlo a Él de vista y concentrarnos en lo que está por delante, en la tarea de cada día, sin ponernos a lamentar por lo que quedó atrás.
Y hay otra mirada que el Señor nos pide que evitemos para que no nos desenfoquemos, es la mirada hacia nuestros compañeros, para no tener que comparar lo que ellos están haciendo con lo que estamos haciendo nosotros. Esa mirada, a menos que esté inspirada en el amor, no es buena, porque, o despierta celos, envidias, resentimientos y espíritu competitivo, cuando nos creemos inferiores, o despierta orgullo y vanidad, cuando nos creemos superiores.
Después de resucitado, en uno de sus encuentros con el grupo de los apóstoles, Jesucristo establece una conversación privada con Pedro en la cual en tres ocasiones le pregunta si le ama. Pedro le responde que sí las tres veces. Y entonces Jesús le encarece que cuide de los discípulos porque ellos son como corderitos que demandan mucha atención. Después le insta a que le siga, mas Pedro nota que cuando va a seguir a Jesús, Juan se les va detrás, por lo cual le pregunta al maestro: “y qué hacemos con éste”. Y la respuesta de Jesús sigue haciendo eco en nuestros días: “y si quiero que él se quede vivo hasta que yo regrese, ¿a ti qué?”.
En otras palabras es como si le dijera: “no te preocupes por Juan, a ti no debe importar lo que yo tengo para él, preocúpate tú por seguirme a mí que de Juan me encargo yo. Ya te dije que cuidaras de los discípulos, que los amaras y sirvieras, pero eso no significa que puedas intervenir en sus vidas y en los planes que yo tengo para cada uno. Yo soy quien los llama, quien les da los dones y talentos para que puedan servir en un determinado ministerio, soy yo quien los sustenta y los cuida. Yo no improviso, tengo planes definidos para cada uno, y tú trabajo no es decidir qué será de sus vidas, sino apoyar el trabajo que hago en ellos, con ellos y a través de ellos”.
Ya dejemos de estar pendientes de lo que hacen o no hacen los demás, simplemente para justificar el por qué razón no estamos haciendo lo que Dios nos ha pedido que hagamos. Él se encargará de cada uno, Él sabe muy bien cómo lidiar con cada persona. Ocupémonos de hacer nuestros surcos bien derechos, con la mirada puesta en el Señor.
¡Adelante, prosigamos hacia el premio que Papito Dios nos tiene preparados! No miremos ni hacia atrás, ni hacia los costados como para chismear, sino sólo para ayudar, para inspirar, para motivar.

Tomado de:
“Devocionales en Pijama”
de Donizetti Barrios